En la estaci贸n. (Gui贸n de corto)

A las tres de la ma帽ana una mujer sali贸 del armario y me pregunt贸 si faltaba mucho para que pasara el tren. 
Me qued茅 mudo, y ante mi descortes铆a, se meti贸 de nuevo en el armario. No pude m谩s que levantarme y abrir la puerta del mueble, hacer para un lado y para otro las perchas, buscar en vano. 
A la madrugada siguiente, a la misma hora, la mujer reapareci贸 y me hizo id茅ntica pregunta. 


En esa ocasi贸n, tras observarla detenidamente —era pelirroja, de ojos grises y ten铆a un lunar en el p贸mulo izquierdo—, atin茅 a decirle que no sab铆a, y volvi贸 a marcharse. 
A la noche siguiente mud茅 el pijama por mi mejor traje y un ramo de flores. Puntualmente, la extra帽a sali贸 del armario y formul贸 su acostumbrada consulta. Le reiter茅 que lo ignoraba, pero enseguida a帽ad铆 que si yo fuera un tren, y ella aguardara mi paso, ni volando las v铆as lograr铆an retrasarme, y le extend铆 el ramo de rosas rojas; entonces adorn贸 su cabello con una de las flores y comenzamos a charlar. 
Durante varias semanas se continuaron nuestros encuentros al pie del armario: unas veces bail谩bamos; otras, organiz谩bamos picnics nocturnos; siempre re铆amos. 

Una madrugada, imprevistamente, me revel贸 que su boleto se venc铆a esa misma noche y que ya no volver铆amos a vernos. 
Cabizbaja me pregunt贸 si la echar铆a de menos. Sonre铆. 
Cuando la puerta del armario se cerr贸 a nuestras espaldas, a煤n alcanzamos a o铆r el silbato del tren en la lejan铆a. 


Gabriel Bevilaqua (Argentina)

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